El regreso de Huenchulaf

Un atado de crónicas desesperadas

jueves, octubre 20, 2005

Sibel lo conoce todo

Sibel Kekilli es la verdadera protagonista de "Contra la pared", potente película de Fatih Hakin, ganadora del Oso de Plata de Berlín 2004. La vi ayer y quedé para adentro, sobre todo por la interpretación de esta actriz alemana descendiente de turcos, que fue descubierta cuando trabajaba como secretaria.

De cara vivaz, imperfecta, pero demasiado atractiva, Sibel entrega un papel arrollador, gradual, de menos a más, como una joven que busca alejarse de la tutela paterna -asfixiante y ortodoxa-, contravenir los preceptos turcos de familia y asumir su adultez simultáneamente con su calidad de hija de inmigrantes.

Kekilli aparece al medio del primer tercio de la película como un agregado de Cahit, cuarentón viudo, también de origen turco, borracho, drogo y pendenciero, sin rumbo, sin destino, que no acostumbra a asear su departamento ni asearse él. Ella se obnubila hasta que lo convence de casarse por conveniencia. Es el punto de partida de un recorrido por la moral germana, por las luchas intestinas entre inmigrantes y sobre todo por la lucha interna de los personajes por superar la pendejería y asumir la adultez.

Sibel aparece bien y rica. Así también aparecía en las seis películas pornográficas que protagonizó antes de ser famosa. Este pasado oscuro fue revelado por la prensa alemana después de que la cinta obtuvo el premio mayor en Berlín. Ella dijo que lo había hecho por plata, aunque reconoció que no tiene ningún rollo con eso. Malsanos internautas levantaron de inmediato imágenes de ella en su desempeño fílmico anterior, en diferentes poses, con un registro amplio de rostros calentones, succionando pijas desconocidas y demostrando placer cuando no lo sentía.
Ahora está en otra, esperando nuevos papeles y disfrutando de la fama de la película. Y sin temores porque ella conoce todas las faceta de la industria fílmica, desde lo ferozmente comercial como es el porno, hasta el registro más artístico como pretende marcar Hakin, que a todo esto se conviertió con 30 años en un referente obligado del nuevo cine europeo.